La sinfonía del amor
La semana pasada fui a una sinfonía en honor a Beethoven a la luz de las velas. Personalmente, me gusta disfrutar de la música clásica con los ojos cerrados para dejar a mi mente reposar de lo externo y bailar con lo interno. Mi mente estaba en su papayal. Mis emociones reconocieron su equilibrio, mis músculos se dejaron caer hasta su completo reposo, mi mente era una fuente de pensamientos bonitos y mi energía bailaba al son de las ondas que salían de los violines. Era un vaivén delicioso.
Y en medio de ese baile no pude evitar apreciar la sincronía con que sonaban todos los violines juntos. Cada uno con un tono diferente, cada uno siguiendo notas diferentes, cada uno a su tempo.. y aún así todos siendo uno. Creando una sola melodía. Una melodía que se compone de la individualidad de cada uno. Todos igual de importantes. Todos igual de necesarios. Pero todos exquisitamente diferentes.
Esta melodía de la que te hablo es la misma melodía que creamos todos día a día con los que cruzan nuestro camino.Es la forma en la que fluimos y nos relacionamos pacíficamente, sonando a nuestro ritmo y creando melodías únicas con el ritmo en el que suenan los demás. Pero creo que a muchos en algún punto se nos olvidó que esta melodía deja de ser atractiva o funcional cuando todos sus miembros suenan igual (o intentamos que suenen igual).
Imagínate escuchar una sinfonía/ canción en la que todos los instrumentos suenen exactamente igual. Seguramente te aburrirá e incluso perderás el interés y la dejarás de escuchar. Exactamente lo mismo pasa en las relaciones. Si intentamos hacer que la otra persona suene exactamente igual a nosotros, se vuelve aburrido, monótono e incluso cansón. Y este es otro de los grandes motivos por los cuales las relaciones fracasan.
El problema radica en no saber amar en libertad.
Pensamos que cuando entramos en una relación nos convertimos en uno. Y bueno, en muchos aspectos si. Pero hay que saber tener claro que en realidad somos uno por el amor y la visión que compartimos, mas no porque tengamos que estar pegados y movernos a todo lado como uno. O peor aun, pensar exactamente igual que el otro. Y que fácil es olvidarnos de esto! Cuanto más nos enamoramos más queremos estar pegados a esa persona, más queremos saber cada paso de la persona, más queremos entrar en sus pensamientos, más queremos controlar sus pasos y acciones.
Pero que gran error..
Tal como en la sinfonía que cada violinista necesita de su espacio y su melodía para ser, cada persona en la pareja necesita de su libertad y su singularidad para ser. Y en medio de esa libertad encontrarse para vibrar juntos en sincronía. Crecer juntos en complicidad mientras nos permitimos crecer solos en libertad. Este es el ingrediente secreto de las relaciones saludables.
En la sinfonía tu no ves al pianista enfocado en el violinista. Tampoco ves al flautista intentando controlar al pianista. Cada uno se enfoca en lo suyo confiando en que el otro dará lo mejor de sí. Y si algo está fuera de sintonía, juntos lo hablan, lo modifican, y lo practican, pero siempre respetando su individualidad. Y esta misma dinámica es la que debemos buscar en nuestras relaciones.
Ten presente que tu pareja tiene derecho a su espacio, derecho a pensar distinto, derecho a querer algo diferente a lo que tu quieres, derecho a estar solo con sus pensamientos, derecho a tener sus amigos y salir con ellos, derecho a tener amigos/as del sexo opuesto, derecho a SER.
Así que de ahora en adelante ve por el mundo creando melodías hermosas, disfrutando de un amor en libertad. Recuerda que no hay nada más lindo que el amor que viene a ti libremente porque quiere y no porque lo obligues.
Gracias por leerme. Gracias por amarme en libertad. Gracias por venir hasta aquí una vez más.
Compártelo, reléelo, redisfrútalo, ámalo y cuéntame si te gustó.
Verito
xoxo